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La Ilusión de la Elección: Cómo la Propaganda Moldea Nuestras Preferencias

¿Alguna vez te has preguntado si realmente elegimos lo que nos gusta o si alguien más ha decidido por nosotros? En esta exploración de cómo nuestras preferencias han sido moldeadas por el marketing y la propaganda a lo largo de los años, vemos que nuestras experiencias “auténticas” pueden ser una ilusión cuidadosamente construida.



A diario, tomamos decisiones que creemos que son nuestras. Escogemos qué comer, qué productos usar y hasta en qué pensar, pero ¿qué pasaría si te dijera que la mayoría de esas “elecciones” no son tan genuinas como parecen? Desde el azúcar hasta el vino, nuestras preferencias han sido moldeadas por una constante manipulación de la industria y los medios, usando la propaganda para definir lo que consideramos “normal” o “deseable”.


El Origen de Nuestras Preferencias: ¿Realmente Elegimos?

Podrías pensar que tus gustos vienen de experiencias familiares, como los platillos de la abuela o el primer producto que usaste de niño. Sin embargo, cada decisión aparentemente inocente y personal está atravesada por décadas de influencias comerciales y políticas. Cuando el consumo de ciertos alimentos se convirtió en negocio, comenzó una guerra de marketing y propaganda para ensalzarlos o para ocultar sus inconvenientes. Tomemos como ejemplo el azúcar: durante décadas se nos ha vendido como una fuente rápida de energía y casi como una necesidad para “estar activos”. Las mujeres en los años 50 recibían el mensaje de que el azúcar les daba el impulso necesario para el día, cuando en realidad su consumo masivo venía con consecuencias que las compañías prefirieron ocultar.

Alimentación, Propaganda y Construcción de Realidades

La propaganda alimentaria no solo se quedó en el azúcar. Coca-Cola llegó a financiar estudios para hacer creer que el problema de la obesidad en Estados Unidos se debía a la falta de ejercicio, minimizando la relación directa con el azúcar. Igualmente, el café y el vino enfrentaron sus propias campañas. Francia, en un esfuerzo por aumentar el consumo de vino ante el exceso de producción, lanzó una campaña de propaganda que abarcaba desde anuncios y discursos patrióticos hasta promociones en el cine y la radio. Hasta el día de hoy, aún hay quienes creen que una copa de vino es “buena para el corazón”, mientras que otros prefieren cerveza, una bebida que logró posicionarse como la opción “para todos”.

Las Estrategias de Manipulación: ¿Qué Tan Fuertes Son?

El marketing y la propaganda no se limitan solo a los productos alimentarios. El mensaje es claro: simplificar problemas complejos para ofrecer soluciones fáciles. ¿Te has preguntado por qué prefieres ciertas marcas o sigues ciertas rutinas de higiene? Las campañas de marketing no necesariamente mienten, pero ocultan información crucial y presentan verdades parciales, manipulando la percepción pública. Y esta manipulación no se ha detenido. En 2013, cuando Coca-Cola financió estudios para redirigir el problema de la obesidad al ejercicio físico en lugar de la dieta, sus acciones formaron parte de una táctica que manipula los datos y encubre los efectos negativos de sus productos.

Política, Propaganda y Redes Sociales: El Poder de los Mensajes Pequeños

Más allá de la comida, la propaganda juega un rol determinante en la política y en la formación de opiniones. Hoy en día, nuestras ideas sobre política o grupos sociales se alimentan de microhistorias o “anécdotas” que, con el tiempo, construyen prejuicios. Por ejemplo, el estereotipo racista de que a las personas negras “les encantan las sandías” tiene su origen en una campaña de desprestigio del siglo XIX. A medida que los afroamericanos libres comenzaron a vender sandías, el Sur blanco desató una campaña que ridiculizaba esta fruta para que los compradores evitaran adquirirla. Con el tiempo, la broma perduró, y hoy sigue afectando a quienes desconocen su contexto original.

Del mismo modo, en redes sociales, microhistorias sensacionalistas sobre diversos grupos son difundidas y luego “amplificadas” a través de algoritmos que premian el contenido polémico o extremo. Ya sea que el mensaje se transmita en televisión, una publicación en redes, o una “noticia” que tu mejor amigo comparte, la exposición constante crea percepciones arraigadas, lo que es extremadamente útil para aquellos en el poder.

Redes Sociales y Algoritmos: Amplificando el Sensacionalismo

Las redes sociales han demostrado cómo los algoritmos amplifican la información polarizada y sensacionalista. Cuando Facebook reconoció que el contenido extremo atraía más interacciones, ajustó su algoritmo para recompensar esos temas, sin importar si los comentarios fueran positivos o negativos. La radicalización se ha convertido en un proceso alimentado por nuestras interacciones. Al ver titulares llamativos y noticias con tono alarmista, nuestro cerebro tiende a procesarlos como más importantes o más creíbles, especialmente si vemos que muchas personas los comparten o comentan.



En este mundo de elecciones aparentes y manipulaciones constantes, cuestionar lo que damos por sentado parece ser la única salida. No se trata solo de productos o ideas políticas, sino de toda una estructura que constantemente influye en cómo percibimos la realidad. Aunque la propaganda no se puede eliminar por completo, reconocerla puede ser el primer paso para construir una percepción más crítica y menos influenciada. ¿Cuántas de tus “elecciones” son realmente tuyas?

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